sábado, 20 de octubre de 2012

No daré nombres, no insistan

Estoy muy triste porque me dijeron que iban a incluir mi libro en un seminario sobre chick-lit montonera y al final no.

Qué feo jugar con las ilusiones de una huérfana, eso es muy de villano literario. 

viernes, 12 de octubre de 2012

Buenos Aires Casa Esma

Estuve en Buenos Aires. Me enfermé. Vómitos y gripe. Cinco días en cama.
Fui a una radio y a la Esma. Me rebautizaron Princesa Peronista y Princesa Rusa. Respectivamente.
En la Esma hablé de fantasmas y estaban ahí.
Vi Infancia clandestina y Mi vida después. Tenía la esperanza de que Infancia clandestina no me gustara/conmoviera, pero no tuve suerte. Fui al teatro dispuesta a llorarme todo apenas la viera a Carla con panza y así fue.
Festejo las lágrimas como goles.


En casa hay un gato de una vecina que se pasa el día en nuestra terraza, dos lagartijas que habitan la zona de la parrilla y un insecto que sólo se encuentra en la pasionaria, que tiene las patas de diferentes colores y vuela como si estuviera sentado.
Cuando llegamos estaba en flor el jazmín chino, cuando nos fuimos comenzaba a florecer la pasionaria.
No hay cucarachas. En este diario no hay ni habrá nunca cucarachas, ventajas de la ficcionalización.


El día que hablé en la Esma -dije cosas muy sesudas en un congreso muy sesudo- era el aniversario del secuestro de Paty y Jose. Traté de no pensar, pero cuando leí "simbólicamente omnipresentes" se me vinieron encima, ellos y todos sus amigos.
Concluido el evento académico, fuimos caminando con Jota y mi amiga Ana hasta el casino de oficiales. No lo había visto en tres días de congreso pero estaba ahí, detrás de los otros edificios y de los árboles, fosforescente. Fuimos, lo miré de frente, se apagó hasta quedar como lo que es, una construcción más bien pequeña a la que le falta mantenimiento, dije algo así como: los recordamos y los queremos mucho, me di vuelta y me fui por la avenida Néstor. Ana tenía medio porro y lo fumamos debajo de la calesita de las Madres. Lloviznaba.